En las grabaciones de 20 minutos de duración tomadas a las 24 semanas de embarazo observaron que los bebés se tocaban un poco entre sí, pero también se tocaban a sí mismos (los ojos y la boca principalmente), además de acariciar la pared uterina. Cuatro semanas más tarde, el 30% de los movimientos iban dirigidos a su hermano, muchos en forma de lo que podría interpretarse como caricias en la cabeza, y se prolongaban durante más tiempo. “El perfeccionamiento de los movimientos dirigidos al contacto con el hermano gemelo no es accidental y empieza en la semana 14 de gestación” concluyen los autores, que añaden que los humanos estamos “diseñados para ser sociales” y que nuestro interés por la comunicación se desarrolla de modo natural a medida que elsistema neuronal madura.
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